jueves, 23 de mayo de 2013

EL RELOJ DE ARENA Antiguo reloj de arena, que reposas sobre el desusado piano. Llegaste a mi vida de manera inesperada, fruto de una herencia que un extravagante allegado, deseó dejarme como recuerdo de su arcana locura: el de haber querido aprisionar el tiempo en las estructuras rígidas del ovalado vidrio y de articularlo en los innúmeros granos de arena. “Por el ápice abierto de cono inverso” “Deja caer la minuciosa arena” Dice el poema de Borges, que se “Desprende y llena” “El cóncavo cristal de su universo” Confinan al tiempo a un lento y suave movimiento por la diminuta ranura, tal como lo concibió el docto clásico, siempre a la misma velocidad y dándole los atributos de universal y absoluto. Por un eterno y fluyente presente el pasado y el futuro se configuran como idénticos, sin más existencia que el recuerdo. “El presente está solo “ “La memoria erige el tiempo” Sin memoria el tiempo es abolido, quedando abstractamente contraídos en los puros instantes fragmentados, en las mil millonésimas de segundo que sólo los registran las memorias electrónicas de perfectísimos relojes atómicos. La brevedad reina y como cruel consecuencia la historia como proyecto, sufre el extravío. Medimos, calculamos lo infinitamente pequeño y en nuestra miopía no somos capaces de observar que “Entre el alba y la noche hay un abismo” “De agonías, de luces y de cuidados.” Conocer, pensar, poetizar ¿meros discursos de palabras vacías, sin otro fin que revelar el profundo misterio que nos envuelve en ese constante fluir del ser? “Está bien que se mida con la dura” “Sombra que una columna en el estío” “Arroja o con el agua de aquel río” “En que Heráclito vio nuestra locura.” ¿Qué es el tiempo se preguntó San Agustín? “Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta no lo se” ¡Desmedido enigma sometido al pensar poético e infranqueable para el conocimiento! Solo podemos señalar con nuestra ignorancia, lo breve de los estados y la falta de aliento despojado del inaprensible paso que culmina en lo efímero de todo acontecer. “¿Qué trama es esta?” “Del será, del es y del fue?” ” ¿Qué río es este?” “Que arrastra mitologías y espadas”? “Es inútil que duerma”. “Corre en el sueño, en el desierto, en un sótano” Pero hay también necesidad humana de otorgar al tiempo un sentido absoluto, despojado de todo acaecer y de toda palabra, sumergiéndose en un profundo silencio místico, donde el contemplar resiste la mirada del “tétrico instrumento que acompaña” “en la diestra del dios de la guadaña” Pero el tiempo sigue su voraz camino, ningún ente puede aferrarse al tiempo y el tiempo no se aferra a ningún ente. El humano envuelto en su ropaje pregunta y el reloj de arena solo puede decirle en el lento caer de sus partículas que “Todo lo arrastra y pierde este incansable” “hilo sutil de arena numerosa”. “No he de salvarme yo, fortuita cosa” De tiempo, que es materia deleznable”

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