martes, 25 de marzo de 2014

         LO  PENSADO PERO NO EXPRESADOPOR UN  AUTOR EN UNA NARRACIÓN IMAGINARIA
                          
                           La fotografía también es el arte de disociar el objeto de cualquier
                           Existencia anterior y de captar su probabilidad de desaparecer  en
                           El instante siguiente.
                                                    Jean Baudrillard.

                       El tiempo transcurría, pero en sí mismo,  no se dejaba atrapar en un a proposición. Podía visualizar las cosas en el espacio, pero el espacio mismo, nunca se dejaba aprisionar.   Mientras reflexiono sobre estos temas, decido no salir de mi habitación. Permanezco sentado leyendo una historia que no es mía, pero que hago mía al leerla. De modo sutil y casi sin darme cuenta, transpongo el  imperceptible  límite que me imponen las palabras escritas. Me sumerjo  como en un mar sin fondo en la historia de Antonino Pariggi, ese personaje que cobra vida en el cuento  de Ítalo Calvino, la aventura de un fotógrafo. Sin apuro, a medida que voy leyendo, van surgiendo en mí, representaciones  que evocan  lo dicho por Aristóteles sobre las relaciones  espacio-tiempo.  El tiempo es la medida del movimiento y el movimiento es cambio en el espacio.  Trato de no desprenderme de la silueta de Antonino  que lo recuerdo con su máquina fotográfica, tratando de inmovilizar en una imagen, esa fugacidad del momento para perpetuarse en una estampa.
                    ¿Qué puede ocurrir con esa imagen impresa, cuando caiga bajo la mirada de algún observador de fotos que nunca faltan? ¡Y allí si,  hay que situarlos en el laberinto infinito de los puntos de vista! ¿Requeriría alguna explicación conceptual que situara  la historia de esa imagen? Del relato de Calvino no se desprende que  a Antonino pudiera interesarle semejante  consideración. Esa fotografía aislada no constituía nada especial, si no encajaba en una sucesión indeterminada de imágenes que configuraran un relato visual de alguna parcela de un día cualquiera. La historia tiene que ser discernida a partir de las imágenes mismas. Lo importante era que los momentos no se perdieran en una infinita maraña que desbarrancaran en la nada. El lema de Antonino era rescatar todo aquello que caía inesperadamente ante sus ojos fotográficos en un presente, para  que fuera contemplado en un futuro próximo o lejano por algún observador,  que se familiarizara con la imagen y la convirtiera en una viva representación. Es una forma de hacer renacer  lo vivido que se había escondido en ese cartón rectangular o actualmente  en las videocámaras. ¿Ilusión melancólica tratando de convertir el tiempo lineal, en un tiempo cíclico? ¿Cómo habría que disponer las imágenes para que guardaran esa relación de proceso móvil? El cine, lo mismo que el video lo han logrado. Pero en el plano fotográfico no ha hallado solución. Predominan la luz y la sombra configurando una imagen fija. La suma de las postales no conforma una unidad, si el espectador no las enlaza en su mente más allá de su mirada. Eso tampoco parece interesarle a Antonino, que  entiende que debe invertirse  esa relación y que sea la imagen misma, que se revele al observador. Los cambios de actitud serían significativos.  La imagen se constituiría en un absoluto que entraría a jugar un papel preponderante en el circunstancial observador;  tornándose en algo intemporal.
                            Pero la historia cobra otro sentido  cuando Antonino se enamora de Bice. Atrapar a Bice se constituye ahora,  en una obsesión trastornada. Disparar la máquina mientras Bice camina, está sentada, multiplicando las fotos al infinito constituye la tarea fundamental del fotógrafo.  Y Bice se constituye a partir de los fragmentos. No existe ya la fotografía que pueda unificarla. El desenlace de esta conducta es inevitable. Bice cansada de este acoso neurótico por parte de Antonino,  lo abandona.
                           La depresión hace presa de Antonino. Comienza la otra cara de la historia. Ya no es la etapa constructiva, sino que cobra vigencia la de poner entre paréntesis lo realizado hasta ahora. Se lanza a la aventura de tratar de fotografiar los objetos dispersos en su entorno, con la mirada perdida en el vacío. Era una forma de tratar de representar en imágenes ese aspecto  descriptivo del significado de la ausencia; pasando a ser los fragmentos, los simulacros ilusorios de una unidad perdida que se reúnen en el espacio-tiempo  vacío de una  inaprensible nada.
                                                                       HÉCTOR (27-01-2014)
                                                      


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