miércoles, 27 de enero de 2010

UN CAMINO PARA LA MEDITACIÓN

UN CAMINO PARA LA MEDITACIÓN
El hombre anda huyendo del pensamiento
(Serenidad, Cuestión III Martín Heidegger)
Transcribo un texto para someterlo a la reflexión. Pienso que no solamente nos apartan del pensar meditativo los ruidos exteriores de los cuales cada vez resultan más difícil sustraernos, como así tampoco una mente volcada exclusivamente hacia las distracciones exteriores; si no fundamentalmente algo más cercano que nos dispersa y que por lo general no tenemos en cuenta: aquello que proviene de nuestro continuo parloteo interior. Por eso quizá un camino válido para alcanzar esa zona de silencio que tanto buscamos, sea la reflexión meditativa. A través de ella podemos abrir espacios en nuestra interioridad donde podemos establecer un contacto más íntimo con nosotros mismos y con ese núcleo inabordable que no nos pertenece y que podemos llamarlo EL OTRO, si de ponerle un nombre se trata. Un texto como el del filósofo G.W.LEIBNIZ (1646—1716) puede resultar de gran ayuda

SOBRE LA MUERTE
(INCONSCIENTE, SUEÑO Y MUERTE EN LA CONCEPCIÓN ANTROPOLÓGICA DE LEIBNIZ)
Los seres vivos no se extinguen, se restituyen. La identidad de la persona, basada en su ser específico--como los anteriores--, pero también en su autoconciencia--que no puede ser totalmente despojada de sus recuerdos e impresiones--se conserva por tanto a través de la eternidad. No puede haber inmortalidad sin ella, al modo de los panteístas que concebían la disolución en el Dios-naturaleza, pues la sustancia no es capaz de dejar de existir y su principal característica es la individualidad que, según se observó en el acápite precedente, encierra el infinito. Todo esfuerzo humano, sea o no sueño la vida, encuentra entonces su sentido en ese infinito que el hombre puede desarrollar en su espíritu de manera consciente. Nuestra memoria es la garantía de nuestra trascendencia. No hay olvido, no hay muerte, salvo al nivel de las apariencias y de lo contingente. Siendo así, sólo queda trazar las líneas del propio destino, y trazarlas lo mejor posible, con autoconciencia plena, con un amor fati que incluye el obrar sobre sí mismo, el construirse y reconstruirse.
HÉCTOR COBAS (hectorco@infovia.com.ar)

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