martes, 25 de diciembre de 2012
EL FORD FALCON
...no quiero recordar…no quiero recordar…pero los recuerdos vuelven se hacen presentes quiero borrarlos de mi mente pero es imposible me invaden se hacen realidad siento los rugidos del Ford Falcon andando presuroso por desconocidas calles de una ciudad invadida por la negrura de la noche la cabeza envuelta en una bolsa de nylon y un pie apoyado sobre mi frente afirmada en el piso de ese siniestro Ford Falcon mientras una voz parecida a un gruñido susurraba vas hablar todo lo que sabes hijo de puta o si no te vamos a reventar mientras los otros que iban a su lado reían a carcajadas y soltaban frases humillantes mientras manoseaban pistolas que hacían girar alrededor de mis sienes anunciando probables disparos fallidos mientras un sudor frío bajaba por mi rostro y el terror se concentraba en mis huesos consumidos por el pavor que nublaba mi entendimiento y no lograba desentrañar bien lo que pasaba ya que todo se había desarrollado rápidamente y no podía reconstruir con coherencia el orden de esas vivencias que me habían arrastrado hacia ese tétrico auto que se había constituido en un sombrío santuario que ocultaba un ritual donde se ofrecía un sacrificio para apaciguar a un dios cruel y violento que sometía a dolorosos castigos a los que se animaban a transgredir sus designio de normas arcanas desentrañadas únicamente por cerebros obnubilados por el odio me llevó al recuerdo que estaba metido en mi cama durmiendo o creyendo que dormía y de pronto un despertar inquieto por ruidosos golpes que rompían violentamente la puerta de entrada a mi casa y la invasión bárbara de hombres que aullaban emitiendo sonidos incomprensibles mientras destrozaban todo lo que encontraban a su paso entrando a mi pieza me tomaron de los pelos y me arrastraron hasta el Ford Falcon la confusión tomó posesión de todo mi ser y en ese caos trataba de reproducir lo dicho por Macedonio Fernández que “no toda vigilia de los ojos abiertos” es real sino una mera continuidad del sueño y aquello que estaba viviendo no era nada más que una viscosa pesadilla angustiosa que se hacía interminable instalada en un inconmovible presente que no comprendía cómo había comenzado y tampoco advertía cómo concluiría y ahora que tal vez nos hallamos palpitando otras quimeras tampoco tenemos la certeza que no tropecemos nuevamente con otros mutantes ataviados de humanos que como concluyera García Lorca describiendo a la guardia civil “oculten en la cabeza una rara astronomía de pistolas inconcretas” y se pongan al servicio del poder para perpetuar el terror y consolidarlos en el tiempo mudando la vida en una angustiosa pulsación de tortura y muerte…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario