Parece una pregunta trivial, pero si aguzamos un poco el entendimiento le encontraremos sugerencias que nos pueden inducir a pensarla con más detenimiento. Según Heráclito de Éfeso (544 AC) dijo "que no nos bañamos dos veces en el mismo río" y su discípulo Cratilo criticaba a su maestro, diciendo que a su criterio no es posible hacerlo ni siquiera una sola vez. Esta metáfora del río con sus fluyentes aguas apuntaba a señalar que "descendemos y no descendemos a un mismo río; nosotros mismos somos y no somos" (frag, 49) es decir, el ser no es extático sino que está en permanente cambio. Lo que tal vez queda aplazada en esta propuesta sea la reflexión que pueda decirnos el destino de esas aguas en permanente movimiento. De dónde procede y hacía dónde se dirige una cosa es una pregunta digna de tenerse en cuenta que guarda en sí misma, lo vinculado con algo arraigado en el pensar humano que es la dirección y el sentido que guardan los entes. Por eso no resulta algo descabellado, abordar la pregunta ¿dónde estará ahora el agua con qué se lavó esta mañana? , que se había formulado un dilecto amigo mío y que me la hizo extensiva para complicarme un poco más la vida, pues sabía del tiempo que me tomaba para descifrar asuntos embrollados que a veces en apariencia no tenían solución. Así que me largó la pregunta y se retiró dejándome esta pregunta como un acertijo a resolver. En un primer intento, traté de hacer mía a la pregunta y disociar los vocablos con que estaba compuesta la proposición. ¿Dónde estará?, tendía a ubicar algo en algún lugar, en este caso el agua que había salido de la canilla y que provenía de los afluentes de aguas corrientes que eran provistos por el municipio, que a su vez los extraía de las napas de agua que gentilmente nos suministraba la generosa madre tierra y que ahora precisamente fluía sobre el cuerpo en el baño diario. Era gratificante el recibir ese regalo mañanero, que indudablemente difería bastante del río del que hablaba Heráclito o Cratilo pero que marcaban a no dudarlo los cambios de marcos de referencia, pero mantenían entre el cuerpo y el agua una similitud digna de tener en cuenta. En verdad tendremos que mantener la sospecha de que el agua específica que venía de la canilla correría por las cañerías y su destino sería el fusionarse en algún lugar común con otras corrientes de agua; tal vez un río o un desagüe que desemboque en el mar. Pero esa metáfora circunscripta al agua puede ser trasladada a los destinos humanos individuales y en general a todas las cosas. Creo que la pista para interpretar el enunciado esta dada, en modificar la noción de tiempo lineal en la que afirmamos la categoría de finalidad y la concepción del destino de todos los entes que se disuelven en una totalidad las más de las veces concebida como algo abstracto, por la noción de tiempo circular, donde nada comienza ni finaliza, sino que es producto del círculo cósmico. Luego de todas estas meditaciones quedan en evidencia dos aspectos que se relacionan:
a) El pensar que se inició con el preguntar de la pregunta ¿dónde estará ahora el agua con que se lavó esta mañana? y el remontarse a un más allá del hecho concreto de su formulación, es decir causas lejanas de sus efectos y fines dispuestos en una línea concebida como recta.
b) El agua encerrada en el laberinto de las cañerías instaladas por Obras Sanitarias y que determinaban "a priori" el lugar en qué estaría el agua con la que mi amigo supuestamente se lavó esta mañana.
Si somos un poco sagaces tendríamos que sortear la trampa que representa encarar la respuesta de la pregunta, desde un punto de vista especulativo y tener presente que toda reflexión depende de la orientación que le demos y dirijamos nuestro pensar a las formas abstractas que damos a nuestros pensamientos, tratando de dar explicaciones que se hunden en el más allá, que se disuelven en conceptos vacíos e ambiguos, desprovistos de toda realidad. Y luego de escribir todas estas recargadas bifurcaciones de palabras, que pueden sonar a vacuas voces explicativas, me diría a mi mismo y a mi amigo imaginario, que es mejor camino el vivenciar el hecho concreto de lavarse y gozar con esa sensación placentera de dejar correr el agua por nuestro cuerpo, que andar formulando teorías vacíos de contenido y dejar para los técnicos de Obras Sanitarias, el trabajo de saber y determinar ¿adónde estará ahora el agua con que nos lavamos esta mañana? Al menos que no lo motive una inquietud ecologista.
HÉCTOR
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