domingo, 24 de octubre de 2010


Fue escrito y publicado por el diario la VOZ de Miramar el 11 de abril de 2003



¿GUERRA DE DOMINIO?
"La Historia no está en manos del destino, del caos
O de las potencias opresoras..."
JUAN PABLO II


Todo el horror de la guerra esta entre nosotros, aunque se desarrolle en otro lugar. Esto resulta un dato insoslayable. Todo lazo de convivencia a través del entendimiento pacífico de las diferencias se ha roto y la fuerza organizada de la violencia que destruye vidas y bienes indiscriminadamente, se transforma por el poderío bélico en juego, en una guerra que bien puede ser definida como ecocida. Si bien es un mal que la mayoría no quiere, la sufrimos directa o indirectamente todos por igual. La pregunta surge ¿ qué podemos hacer ante esta situación no querida por la mayoría?. No queda otro camino que transmutarla al plano del pensar, tratando de meditar sobre esta cuestión para ver si es posible superarla, ya que también tenemos ese don, aunque la negatividad nihilista imperante en nuestra cultura pretenda hacernos creer lo contrario.
Por eso pretendo con este enfoque no tanto conseguir adeptos a una posición determinada, sino aclararme a mí mismo, tratando de no caer en el manipuleo informativo que desata en nosotros otra microcósmica guerra interior, generando nuevos y viejos odios, haciendo reaparecer resentimientos que resultan ser en definitiva, el otro aspecto de la guerra.
Podemos empezar nuestra reflexión partiendo de una premisa implícita inserta cuando evaluamos el momento histórico que nos toca vivir. Se nos dice que estamos en un mundo que se define a sí mismo como globalizado, es decir, un mundo cada vez más interdependiente y configurado como un gran mercado, donde reinan como valores supremos, la competencia, el lucro y una visión del ser de las cosas y de la naturaleza, consideradas meramente como objetos aprovechables de apropiación. Esta interpretación del mundo tiene paradójicamente hablando los caracteres de una organización religiosa. Como dijo alguien, el dios supremo es el dinero, los bancos son sus templos, los bienes consumibles sus sacramentos y los financistas sus sacerdotes. Es evidente que todo ello conlleva a configurar una mentalidad, es decir, establecer una " unidad de un modo de pensar" que a la postre, constituyen las bases "racionales" de un sistema.
Estimo que este modelo excluyente de cómo debe estar configurada una sociedad está en las proyecciones de los estamentos que sustentan el poder de los países altamente desarrollados, de allí la interpretación de que lo que no se ajusta a este esquema es tildado como un símbolo del atraso y responde a formas de vida que son vistas como primitivas y bárbaras.
Creo que en estas proyecciones hay que buscar los elementos explicativos de lo que significa la globalización en sus aspectos generales. Luego de la caída del muro de Berlín y el debilitamiento del comunismo como proyecto alternativo, se nos induce a pensar el mundo como una totalidad. Parece muy abstracto este concepto pero creo que conviene tenerlo presente. Según Aristóteles, "totalidad es un todo completo en sus partes y perfecto en su orden" además se distingue del "todo cuyas partes pueden cambiar su disposición sin modificar el conjunto". Por lo tanto, en la totalidad "las partes tienen posiciones fijas". Es evidente que si utilizamos este concepto como base explicativa para definir lo que es la globalización, tenemos que considerarla como un sistema totalitario, en virtud de que "incluye en una de sus interpretaciones la totalidad de las partes sin merma ninguna". En consecuencia no queda margen para aceptar lo que es divergente y que se presenta como lo diferente. Creo que esa es la lectura de lo que significa la globalización para el Señor Bush y sus aliados, cuando ordenan la invasión a Irak, al margen de las disposiciones en contrario de la ONU.
También queda en evidencia que el objetivo de la guerra, enmascarada detrás de un discurso de liberación para los iraquíes, no ambiciona otro fin que la conquista de Irak para apropiarse de las segundas reservas petrolíferas del mundo, utilizando para ello todo el poderío bélico a su alcance, rompiendo con ello todos los pactos de convivencia, instalando el horror y la muerte a su alrededor. Quede en claro que no se está haciendo una defensa del régimen de Saddam Hussein, sino identificarnos como seres humanos con el sufrimiento de otros seres humanos, incluidos los propios combatientes. También interpreto que es necesario, a través del pensar crítico, abrir nuestras conciencias para tener acceso a otro plano del ser, para que desde allí, podamos hacer fructificar una auténtica liberación, es decir, un estar abiertos para ser auténticos colaboradores en edificar un orden donde puedan imperar genuinamente los valores de la Justicia, Libertad, el Derecho, de la Paz, de la Solidaridad. Y que aprendamos principalmente de que los recursos universales son bienes a compartir y no bienes a conquistar, y que deben estar destinados fundamentalmente a preservar la vida en todas sus formas que es lo que en estos momentos está en juego, más allá de los dogmas y de los prejuicios de las ideologías que nos dicen lo contrario. Tal vez, el intento tenga un valor positivo para recuperar, cuando todo parece perdido e imposible, el verdadero sentido de la historia y de la existencia.

HÉCTOR COBAS

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