Si bien sólo unos pocos son capaces de dar origen a una
Política, todos nosotros somos capaces de juzgarla.
Pericles de Atenas (alrededor del año 430 a.C)
La realidad social de la época contemporánea estuvo signada por lo que hoy se ha dado en llamar ideologías. La expresión "luchas ideológicas" fue la más utilizada para definir a los períodos de gran tensión que se vivieron durante el siglo XX, tanto en el orden interno como en el internacional, cuyos matices alcanzaron muchas veces, tonalidades de honda dramaticidad. El término ideología, aunque muy usado, presenta aristas de gran ambigüedad. El vocablo fue puesto en circulación por Destut de Tracy en 1801. En el transcurso histórico sufrió alteraciones en su significado. Del ámbito estricto de la filosofía pasó a ser usado de manera despectiva para injuriar al adversario político. Por tal razón, sería interesante incursionar en los contextos significativos en que fue utilizado, a fin de aclararnos a qué nos referimos cuando empleamos dicha expresión, que indudablemente posee una gran carga emotiva.
Visto desde la óptica de ciertas interpretaciones, se nos dice que el fin último de las ideologías era la justificación de la utilización de la fuerza para imponer desde el poder un determinado modo de vida que rigiera a todo el orden social. Tendría como objetivo la organización total de todas las actividades del hombre, por métodos coactivos, a través de la violencia y de la instrumentalización de las mentes.
Otra interpretación que no se puede pasar por alto al considerar el análisis de las ideologías fue el significado que Carlos Marx puso en marcha, en razón, de que fue la mas estudiada por los especialistas en filosofía y en ciencias sociales Él consideraba que las realidades sociales, se encontraban enmascaradas por una superestructura, que llamó "ideológica" que estaba conformada por el sistema jurídico, las ideas políticas, las creencias religiosas, etc., que tenían como fundamento de origen, las relaciones de producción y de cambio de un sistema económico dado. De allí la famosa frase de Marx que dice: "El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de existencia social, político y espiritual". En consecuencia las ideologías son referentes doctrinarios vergonzantes emparentados con el engaño, el sofisma y la mistificación de la verdadera realidad. La "ideología" crea una falsa conciencia, es decir una conciencia que no es lo que en verdad es. A partir de esto, propone un método desmitificador, el materialismo dialéctico o científico, el cual, no es tan sólo un órgano de conocimiento sino también, un instrumento para impulsar a una práctica política transformadora. Por lo tanto, la lucha política es un medio para conseguir el objetivo final que es la liberación del hombre, es decir, restablecer al ser humano en su verdadera esencia. Tengamos en cuenta que Marx apela al nombre de "científico" para fundar su filosofía, a fin de dar consistencia a su propuesta y presentar el ideal socialista como una posibilidad real de concreción práctica. Esa característica de emparentar el verdadero conocimiento con el método científico, caracterizó a buena parte de la corriente de pensamiento que se denominó modernidad.
Indudablemente los contextos históricos cambiaron. ¿Asistimos al ocaso de las ideologías? Hoy día hasta resulta obligatorio recapacitar sobre el tema para ubicarnos en el momento que vivimos. No existen dudas de que se experimentan importantes cambios. Muchas de las concepciones que conformaron nuestro marco de creencias hasta el presente, si bien no han desaparecido, se encuentran bastante debilitadas. Mas bien se postula " un retorno a las cosas mismas". En el tiempo actual, llamado también posmoderno, el término ideología se lo usa, mas bien para designar aquellas doctrinas que postulan fines utópicos, es decir, las que se presentan como un "ideal que se supone a la vez deseable pero irrealizable". Como respuesta a tales interpretaciones, hoy se pone el acento en lo que se ha dado en llamar lo "concreto y realizable" es decir, en aquello que puede ser concebido como posible. Quizá en esta perspectiva habría que ubicar la creciente tecnocracia que se ha instalado en el pensamiento político actual, con la intención de ofrecer propuestas más tentadoras a un público cada día más despreocupado de las alternativas políticas. ¿Será la tecnocracia el camino que supere a las ideologías? ¿O es en sí misma otra ideología? La respuesta a estos interrogantes abre las posibilidades de nuevas reflexiones.
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